viernes, 27 de enero de 2017

Otras referencias biográficas de Don Domingo Sánchez

ACTAS DEL IV CONGRESO DE HISTORIA DE LA MEDICINA. Volumen II. Editado e impreso por el Secretariado de Publicaciones de la Universidad. Un. Gr. 51.75.14. Dep. leg. Gr. 258.1975. ISBN. 84.600.6691.6.
300 ejemplares. Printed in Spain.

HISTORIA DE LOS SABERES Y TÉCNICAS SOBRE EL SISTEMA NERVIOSO

RECUERDO BIOGRÁFICO DEL DR. DOMINGO SÁNCHEZ Y SÁNCHEZ, COLABORADOR DE D. SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL EN LA INVESTIGACIÓN NEUROHISTOLÓGICA DE LOS INVERTEBRADOS

J. M. ORTIZ PICÓN
(pp. 94-96)
En la autobiografía de Cajal “Recuerdos de mi vida” (3ª edición, 1923) y; sobre todo, a lo largo de los 34 tomos de los “Trabajos del Laboratorio de Investigaciones biológicas de la Universidad de Madrid”, publicados entre los años 1904 y 1945, hay constancia de la mayor parte de la extensa e importante obra científica del doctor Domingo Sánchez y Sánchez. Quizá debido al singular carácter biológico de su obra, —y por su ingénita modestia personal— ha sido menos valorizado que otros discípulos directos de Cajal. Sin embargo, don Domingo, además de eminente naturalista fue un médico que merece recordación en un congreso de Historia de la Medicina. De una parte, porque su obra está estrechamente vinculada al “neuronismo cajaliano”, contribuyendo a vigorizarlo en época de controversia; y, de otra parte, porque transcurrida su vida entre los años 1860 y 1947 puede y debe ser incorporada a la Historia.

Nuestro biografiado nació el 1 de noviembre de 1860, en Fuenteguinaldo (villa del partido judicial de Ciudad Rodrigo, provincia de Salamanca). Hijo de modestos labradores, durante su adolescencia alternó la asistencia a la escuela con las faenas de la agricultura y el pastoreo. Por ello comenzó más tarde de lo habitual los estudios de segunda enseñanza, guiado por el entonces párroco de su pueblo, don José Rodero, hombre meritísimo y ejemplar, continuándolos en el Seminario Conciliar de Ciudad Rodrigo y luego en el Instituto de Ávila. En éste se graduó bachiller en 1881 con sobresaliente y ganando el título de honor mediante oposiciones.

La curiosidad del joven Domingo Sánchez por la Naturaleza, le induce a estudiar la carrera de Ciencias Naturales, que cursa en la Universidad de Madrid con los consiguientes sacrificios de todo orden impuestos por su vocación. Se licencia en 1885, e inmediatamente marcha a las lejanas Islas Filipinas con el cargo de “auxiliar-zoológico”. Desde allí colabora en la organización de la “Exposición general de Filipinas” que se celebró en España en 1887, y aporta gran cantidad de material para el nuevo Museo de Historia Natural que se instaló entonces en el edificio contiguo al hoy desaparecido Hipódromo del Paseo de la Castellana.

Domingo Sánchez regresa a España al producirse la pérdida de Filipinas a consecuencia del desastre de Cuba y de la firma del “Tratado de París” impuesto por los victoriosos EE. UU. de América. En Filipinas habíase ocupado Sánchez de estudiar el ciclo evolutivo de cierto insecto causante de daños en los cafetales; trabajo del que envió, en 1890, un informe oficial destinado al Ministerio. Además, en Filipinas elaboró su tesis doctoral de Ciencias que trata del estudio de 86 especies de mamíferos de aquellas islas. Este trabajo fue publicado en los “Anales de la Sociedad Española de Historia Natural”, tomos XXVII (1898) y XXIX (1900).

Regresado a España Domingo Sánchez, concluyó la carrera de Medicina, cuyo estudio había comenzado en Manila. Los últimos cursos de Medicina los cumplió trabajando en el laboratorio de la cátedra de Cajal. De aquella época son las primeras investigaciones de Sánchez referentes a particularidades histológicas de “Helix aspersa” (caracol) y otros invertebrados, así como su tesis doctoral de Medicina sobre “Concepto de la menstruación”, que publica en 1902.

El ya doble doctorado —en Ciencias y en Medicina— Domingo Sánchez. Empieza (en 1904) a publicar sus investigaciones sobre histología de invertebrados en la ya referida Revista dirigida por Cajal. Entre éste y Sánchez, sólo ocho años más joven, había surgido una cordial simpatía generadora de firmísima amistad. Cajal lleva a Sánchez a su laboratorio del Paseo de Atocha (ya en trance de convertirse en el primitivo “Instituto Cajal”) y le sugiere aplicar su recientemente ideado método del “nitrato de plata reducido” al estudio del sistema nervioso de los invertebrados. Fruto de esta sugerencia son dos excelentes trabajos del doctor Domingo Sánchez sobre “El sistema nervioso de los Hirudíneos” (publicados en 1909 y 1912) en que, además de una descripción exhaustiva de la cadena ganglionar y nervios periféricos de las sanguijuelas, estudia minuciosamente el sistema neurofibrilar de las neuronas de estos animales evidenciando objetivamente hechos que refutan la “teoría reticularista” de Bethe y Apathy, sustentada predominantemente por investigaciones de estos histólogos en invertebrados. Seguidamente, nuestro biografiado comprueba que las terminaciones nerviosas motrices de los insectos poseen homóloga disposición que las de los vertebrados; pues las ramillas neurofibrilares de la placa motriz se comportan, respecto a la fibra muscular, de manera semejante en insectos y en vertebrados.

Es por los años 1912 ó 1913 cuando Sánchez emprende —juntamente con Cajal— la investigación de los centros nerviosos de los insectos. Es la “obra cumbre” de nuestro biografiado, el cual la prosigue en solitario luego de morir Cajal. La primera parte es publicada en 1915 y comprende la retina y centros ópticos de los insectos superiores (abejas, libélulas, moscas, etc.). No es procedente analizar aquí esta monografía que abarca 168 páginas con 85 figuras entre el texto y dos láminas aparte. Representa una aportación tan fundamental y original sobre el tema, que ha sido resumidamente recogida en ciertos textos entomológicos. La importancia biológica de aquellas investigaciones es de tal magnitud, que da motivo a Cajal para escribir en sus “Recuerdos” (3ª edición, páginas 389 y 390) los párrafos siguientes:

“La complicación de la retina de los insectos es algo estupendo, desconcertante, sin precedentes en los demás animales. Cuando se considera la inextricable urdimbre de los ojos compuestos o en facetas; cuando se interna uno en el laberinto de las  neuronas y fibras integrantes de los tres grandes segmentos retinianos (capa de las “ommatidias”, retina intermediaria o “perióptico”, retina interna o “epióptico”,  etc.); cuando se sorprenden, no un “kiasma”, como en los vertebrados, sino tres “kiasmas” sucesivos de significación enigmática, amén de inagotable caudal de “células amacrinas” y de fibras “centrífugas”; cuando se medita, en fin, acerca del infinito número y primoroso ajuste de todos estos factores histológicos, tan sutiles, que los más potentes objetivos consienten apenas su percepción,  queda uno anonadado. ¡Y yo que, engañado por el malhadado prejuicio de la “seriación progresiva” de las estructuras zoológicas de función similar, esperaba encontrarme con un plan estructural sencillísimo y fácilmente abordable! Sin duda que zoólogos, anatómicos y psicólogos han calumniado a los insectos. Comparada con la retina de éstos al parecer humildes representantes de la vida (Heminópteros, Lepidópteros y Neurópteros), la retina del ave o del mamífero superior se nos aparece como algo grosero, basto y deplorablemente elemental. La comparación del rudo reloj de pared con exquisita y diminuta saboneta no da exacta idea del contraste. Porque el “ojo-saboneta” del insecto superior no consta solamente de más tenues rodajes, sino que entraña además varios órganos complicadísimos, sin representación en los vertebrados”.

Entre los años 1916 y 1926 publica don Domingo más de una docena de trabajos sobre neurohistología de insectos, tratando de histogénesis de la retina y centros ópticos de los Lepidópteros y, más particularmente de la especie “Pieris brassicae” (mariposa de la col), con estudios sobre la influencia de la histólisis sobre la metamorfosis. Estos trabajos aportan muchos datos nuevos y Sánchez expone no pocas ideas originales.

Creo que fue en 1927 cuando tuve la primera relación personal con don Domingo Sánchez. Siendo yo entonces estudiante de Medicina y atraído por sus singulares trabajos, tuve la curiosidad de acudir a un cursillo teórico-práctico sobre anatomía del sistema nervioso de los invertebrados, que don Domingo había organizado en la Facultad de Ciencias, de la que era profesor-auxiliar numerario. Asistimos media docena de alumnos; y recuerdo la cordial solicitud con que don Domingo nos aleccionó a preparar y teñir vitalmente (con el método de Ehrlich, al azul de metileno y bicromato) la cadena ganglionar de la sanguijuela. También nos mostró espléndidas preparaciones de cortes microtómicos de cabezas de abeja y de otros insectos impregnados por los métodos de Golgi y de Cajal. Agradezco a don Domingo haber vigorizado, con aquellas lecciones, mi vocación por la Histología.

Don Domingo Sánchez colaboró con don Francisco Barras de Aragón y don Manuel Antón Ferrándiz a la creación, en 1921, de la “Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria”. Y alternando con algunos trabajos referentes a dichas ciencias continuó sus más dilectas investigaciones sobre neurohistología entomológica. Durante los últimos lustros de su larga vida prestó preferente atención por el estudio del ganglio cerebroide de “Blata orientalis” (cucaracha) y, sobre todo de “Apis mellifica” (abeja obrera). Sobre la “Blata orientalis” publicó, en 1933, un trabajo acerca de la estructura de los llamados “cuerpos fungiformes”, situados en la parte frontal del ganglio cerebroide. Sobre “Apis mellifica”, destacan dos extensos trabajos referentes a la estructura del protocerebro de la obrera y del zángano, publicados en 1940 y 1941. Estos dos trabajos comprenden más de 150 páginas con 90 figuras, y deben ser considerados como la segunda parte del publicado, en 1915, en colaboración con Cajal.

Las últimas publicaciones de don Domingo Sánchez corresponden a los años 1943, 1944 y 1945. Tratan, respectivamente: de la génesis y realización de los tropismos, los reflejos y los instintos; de las emigraciones de los animales; y de la participación del sistema nervioso para la realización de los instintos.

El doctor Domingo Sánchez y Sánchez trabajó, pues, infatigablemente hasta poco antes de su fallecimiento ocurrido el 4 de enero de 1947.

Antes de concluir esta disertación, quiero recordar a don Domingo en aquellos primeros años de nuestra postguerra —y últimos de su vida— en lo que volví a tener relación personal con él. Ya octogenario, pero aún erguido en su aventajada estatura, con blanca cabellera y canoso bigote, y siempre vestido de luto, don Domingo acudía al “Instituto Cajal” entonces ubicado en el llamado “Cerro de San Blas” y detrás del Observatorio Astronómico. Bajábamos juntos, frecuentemente, a la Glorieta de Atocha en cuyas inmediaciones don Domingo tenía su domicilio. Durante el trayecto me hablaba del ganglio cerebroide de la abeja y de su “neurona gigantesca de significación enigmática”, o me relataba su encuentro con Cajal y la bondadosa acogida que este le dispensó a su regreso de Filipinas… Verdad es que sin esta circunstancia don Domingo Sánchez no hubiese abordado el difícil estudio de la neurohistología entomológica; pero también es cierto que la gran capacidad y eficacia de don Domingo, como histólogo, aparece como disminuida junto a la gigantesca figura de Cajal. Por lo demás paréceme que la extremada modestia del doctor Domingo Sánchez, su ferviente admiración e inquebrantable fidelidad por el maestro Cajal y también —¿por qué no decirlo?— la deficiencia de sentido crítico que es frecuente en los científicos españoles, han sido factores cooperantes para la insuficiente valorización de la obra realizada por el doctor Domingo Sánchez y Sánchez; el cual merece un puesto destacado en la histología española.

NOTA FINAL.
Conste mi agradecimiento a Doña Josefa Martí de Tortajada y Doña Concepción Ruiz Buitrago, investigadoras en el “Instituto Cajal” (laboratorio de invertebrados) por los datos que me han proporcionado para la redacción de este trabajo.

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Referencia incluida en la biografía de D. Santiago Ramón y Cajal.

Santiago Ramón y Cajal
Biografía escrita por José María López Piñero

La escuela histológica española
De la misma generación que Cajal era también el naturalista salmantino Domingo Sánchez Sánchez (1860-1947), su más importante colaborador en el terreno de la textura del sistema nervioso de los invertebrados. Ocupa un lugar peculiar en la Escuela Histológica Española, ya que conoció a Cajal casi a los cuarenta años, doce después de terminar la licenciatura en ciencias naturales, que pasó trabajando como “colector zoológico” en Filipinas, donde, aparte de recoger materiales de la fauna local para el Museo de Historia Natural de Madrid, y para una exposición dedicada al archipiélago, publicó una monografía sobre un parásito de los cafetales y preparó su tesis doctoral, que versó sobre casi un centenar de especies de mamíferos de las islas. De regreso a España en 1898, terminó los estudios de medicina que había iniciado en Manila. Con este motivo entró en relación con Cajal, a cuyo laboratorio se incorporó antes de graduarse. Desde el principio se centró en la investigación histológica de los invertebrados y, a partir de 1904, en el estudio de su sistema nervioso. En dicho año comenzó a utilizar el método del nitrato de plata reducido de Cajal, con el que consiguió una descripción exhaustiva de la estructura de la cadena ganglionar y de los nervios periféricos de los hirudíneos, así como de las terminaciones nerviosas motrices de los insectos. Sus hallazgos contribuyeron a consolidar la teoría neuronal frente a la reticularista, apoyada principalmente, como sabemos, en datos procedentes de los invertebrados. Su obra de investigador culminó con sus trabajos acerca de la neurohistología de los insectos. Sobresalen, a este respecto, ek ya citado sobre la retina y los centros ópticos de los insectos superiores (1915), que firmó en colaboración con Cajal, y sus estudios sobre el ganglio cerebroide de la Blata orientalis (1933) y el protocerebro de la Apis mellifica (1940-1941).[1] 
Por otra parte, fue profesor auxiliar en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, se ocupó de diversas cuestiones de zoología y también de antropología, fundando en 1921, junto a Francisco Barras de Aragón y Manuel Antón Ferrandis, la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. Con motivo de la sesión necrológica de esta asociación dedicó a Cajal, que había sido nombrado presidente honorario, Sánchez publicó un importante estudio acerca de su obra[2].





[1] Cf. J. M. Ortiz Picón, “Recuerdo biográfico del Dr. D. Domingo Sánchez y Sánchez, colaborador de D. Santiago Ramón y Cajal en la investigación neurohistológica de los invertebrados” En: Actas del IV Congreso Español de Historia de la Medicina, Granada, 1973, vol.II, pp. 93-96. J. M. López Piñero, “Sánchez Sánchez, Domingo”. En J. M. Lopez Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela, dirs., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Península, 1983, vol. II, pp. 298-299.
[2] Domingo Sánchez Sánchez, Cajal. Discurso leído… en la sesión necrológica celebrada el 14 de Mayo de 1935 por la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria en memoria de su presidente honorario el Excmo. Sr. D. Santiago Ramón y Cajal. Madrid, s. i., 1936.

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